Los mares lunares, esas grandes manchas oscuras que observamos a simple vista en la superficie de la Luna, han despertado la curiosidad humana desde tiempos antiguos. Civilizaciones como la china, la mesopotámica y la europea medieval creían ver en ellas formas míticas: conejos, rostros o figuras divinas. Sin embargo, con el desarrollo de la astronomía moderna, estas regiones comenzaron a ser entendidas como parte esencial de la historia geológica de nuestro satélite natural.
Hoy sabemos que los mares lunares no son mares en el sentido acuático, sino vastas llanuras de basalto solidificado, originadas a partir de intensas erupciones volcánicas ocurridas hace miles de millones de años. Descubrir su verdadero origen no solo nos habla de la Luna, sino también de los procesos que moldean a los cuerpos rocosos en el sistema solar.
¿Qué son los mares lunares?
El término “mare” (plural maria) proviene del latín y significa “mar”. Fue utilizado por los primeros astrónomos que, al observar la Luna con telescopios rudimentarios en el siglo XVII, pensaron que esas manchas oscuras podían ser océanos. Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que se trata de superficies planas y sólidas formadas principalmente por lava basáltica.
En conjunto, los mares lunares cubren aproximadamente un 16% de la superficie lunar, concentrándose sobre todo en la cara visible. Esto no es una coincidencia: la corteza de ese hemisferio es más delgada, lo que facilitó que el magma emergiera a la superficie durante episodios de vulcanismo masivo.

El origen de los mares lunares
La explicación más aceptada en la comunidad científica sobre el origen de los mares lunares combina dos procesos fundamentales:
- Impactos de meteoritos gigantes
Durante el período conocido como el Bombardeo Intenso Tardío (hace entre 4.1 y 3.8 mil millones de años), la Luna recibió el impacto de enormes asteroides y cometas. Estos choques abrieron gigantescos cráteres circulares, debilitando la corteza lunar. - Erupciones volcánicas masivas
Con la corteza fracturada, el magma del interior lunar ascendió y llenó estas cuencas de impacto. Al solidificarse, dio origen a las extensas planicies oscuras que hoy conocemos como mares lunares.
Este fenómeno no fue instantáneo. La actividad volcánica lunar se extendió durante cientos de millones de años, dejando diferentes capas de basalto que, gracias a misiones como el Apolo y sondas modernas, han podido ser fechadas y estudiadas en laboratorio.
Principales mares lunares
Algunos de los mares lunares más conocidos son:
- Mare Imbrium (Mar de la Lluvia): uno de los más extensos, con unos 1,100 km de diámetro.
- Mare Tranquillitatis (Mar de la Tranquilidad): célebre por ser el lugar donde alunizó el Apolo 11 en 1969.
- Mare Serenitatis (Mar de la Serenidad): rodeado por montañas que revelan su origen como cuenca de impacto.
- Mare Crisium (Mar de las Crisis): aislado y perfectamente circular, con 555 km de ancho.
Cada uno de estos mares representa un capítulo en la historia geológica de la Luna, mostrando cómo los impactos cósmicos y el vulcanismo moldearon su superficie.
¿Por qué la cara oculta de la Luna casi no tiene mares?
Una de las grandes preguntas es por qué los mares lunares se concentran en la cara visible, mientras que la cara oculta muestra un paisaje más montañoso y lleno de cráteres.
Los estudios sugieren que la corteza lunar en la cara oculta es mucho más gruesa, lo que dificultó la salida del magma. Además, la distribución interna de calor en el satélite fue asimétrica, favoreciendo la actividad volcánica solo en un hemisferio.
Esto convierte a la cara visible de la Luna en un registro único de procesos geológicos que no se repitieron en el lado oculto.

Los mares lunares y la exploración espacial
El interés por los mares lunares no se limita a la investigación geológica. Estas regiones podrían jugar un papel crucial en la futura colonización lunar.
El basalto de los mares contiene minerales útiles como hierro, titanio y oxígeno atrapado en compuestos, que podrían aprovecharse para construir infraestructura y generar aire respirable. Además, las planicies relativamente planas de los mares han sido elegidas como sitios de aterrizaje seguros para varias misiones, desde el Apolo hasta proyectos de exploración robótica recientes.
En este sentido, los mares lunares no solo son reliquias del pasado, sino recursos estratégicos para el futuro de la humanidad en el espacio.
Los mares lunares como registro del sistema solar temprano
La importancia de los mares lunares va más allá de la Luna misma. Sus rocas basálticas conservan información sobre la evolución temprana del sistema solar, cuando los planetas y satélites eran bombardeados constantemente por cuerpos menores.
Analizar los mares nos permite entender:
- La frecuencia y magnitud de los impactos cósmicos.
- La duración y naturaleza del vulcanismo lunar.
- La interacción entre la geología interna y los eventos externos en cuerpos rocosos.
En otras palabras, los mares lunares son archivos naturales que registran episodios que la Tierra, debido a su actividad tectónica y erosiva, ya no conserva.
Conclusión
Los mares lunares son mucho más que simples manchas oscuras en el cielo. Representan la huella visible de procesos violentos y transformadores que marcaron la historia de la Luna y, en última instancia, del sistema solar.
Su estudio nos ayuda a comprender la dinámica interna de los satélites rocosos, el impacto del bombardeo cósmico y las posibilidades de aprovechar recursos en futuras misiones espaciales.
Cuando levantamos la vista hacia la Luna y distinguimos esos mares que durante siglos inspiraron mitos y leyendas, estamos observando en realidad un testimonio geológico de la interacción entre fuego y roca, entre cosmos y planeta, entre azar y evolución.
Los mares lunares y su origen siguen siendo uno de los mejores recordatorios de que el universo no solo se contempla: también se estudia, se explora y, algún día, podrá ser habitado.