HH 30: El nacimiento de una estrella bajo la mirada del James Webb

por Angel Salazar
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El universo es un laboratorio natural en constante evolución, y gracias a los avances tecnológicos, la humanidad tiene ahora la capacidad de observar directamente algunos de sus procesos más fundamentales. Uno de los logros más recientes y destacados en este sentido ha sido alcanzado por el Telescopio Espacial James Webb (JWST), que ha capturado una imagen asombrosamente detallada del nacimiento de una estrella: HH 30, ubicada a tan solo 477 años luz de la Tierra, en la constelación de Tauro.

Esta observación no solo representa un hito visual, sino también un aporte clave al estudio de la formación estelar y planetaria, dos de los fenómenos más esenciales y complejos de la astrofísica moderna. A través de una combinación de imágenes infrarrojas y datos complementarios del telescopio ALMA, los astrónomos ahora pueden analizar el entorno de HH 30 con un nivel de detalle sin precedentes.

HH 30: una estrella en pleno proceso de formación

HH 30 es una estrella joven, aún en fase de acreción, es decir, acumulando masa a partir del material que la rodea. En la imagen captada por el James Webb, destaca un disco protoplanetario visto de canto, lo que permite apreciar claramente su estructura en el plano de la eclíptica. Este disco está compuesto por gas y polvo interestelar, los mismos materiales que eventualmente podrían consolidarse en cuerpos planetarios.

Lo que hace aún más impresionante esta imagen es la dinámica que ocurre alrededor del disco. Se observan vientos de disco y chorros bipolares, representados en tonos anaranjados, que emergen del sistema en formación. Estos vientos son impulsados por la energía liberada cuando el gas cae hacia la estrella en crecimiento, generando un proceso violento pero fundamental para el equilibrio del sistema.

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La luz azulada: el despertar de la fusión nuclear

Uno de los elementos más reveladores de la imagen es la presencia de emisiones azuladas. Estos colores representan gases expulsados por la estrella recién nacida, una vez que se ha iniciado la fusión nuclear en su núcleo. Este proceso marca el verdadero comienzo de la vida estelar, y los vientos resultantes interactúan con el entorno inmediato, generando ondas de choque que ionizan el gas y el polvo. Este fenómeno produce luz tanto en el espectro visible como en el infrarrojo, la cual ha sido captada con exquisita precisión por los sensores del James Webb.

Evidencia de formación planetaria: el papel de ALMA

El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), ubicado en el desierto de Atacama en Chile, ha complementado las observaciones del James Webb con una especialidad única: la detección de granos de polvo de tamaño milimétrico. Gracias a su capacidad de alta resolución en longitudes de onda submilimétricas, ALMA ha permitido confirmar que el polvo dentro del disco de HH 30 se concentra en su plano medio, una observación consistente con los modelos actuales de formación planetaria por sedimentación.

Este proceso es clave para entender cómo nacen los planetas: las partículas de polvo colisionan, se agrupan y forman cuerpos cada vez más grandes, dando origen a planetesimales y, eventualmente, a planetas.

Chorros bipolares: la firma magnética del nacimiento estelar

Uno de los aspectos más llamativos de esta imagen es el chorro de gas perpendicular al disco, visible en un ángulo de 90 grados. Esta estructura bipolar está compuesta por materia que, en lugar de caer directamente hacia la estrella, es redireccionada por los campos magnéticos hacia los polos y expulsada en direcciones opuestas. Estos chorros son una característica común en estrellas jóvenes y ofrecen información crítica sobre el papel que juegan los campos magnéticos en la regulación del crecimiento estelar.

Un laboratorio natural del universo

La imagen de HH 30 capturada por el James Webb y analizada en conjunto con ALMA representa una ventana directa al nacimiento de los sistemas estelares. Este tipo de observaciones no solo son visualmente impresionantes, sino que también son fundamentales para validar y refinar los modelos teóricos de formación estelar y planetaria.

Gracias a estos instrumentos de última generación, los astrónomos pueden observar con claridad cómo el gas y el polvo se organizan, interactúan y evolucionan hasta formar estrellas y planetas. En el caso de HH 30, el universo nos ha ofrecido una escena que, además de hermosa, es profundamente reveladora: un sistema solar en construcción.

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