Descubren estrella compañera de Betelgeuse

La supergigante roja Betelgeuse, una de las estrellas más brillantes y conocidas del cielo nocturno, acaba de revelar un secreto oculto por siglos: una estrella compañera. El hallazgo, publicado recientemente en la revista Astrophysical Journal Letters, podría transformar por completo nuestra comprensión sobre la evolución de esta colosal estrella y el momento en que explotará como supernova.

Un descubrimiento inesperado

Betelgeuse, ubicada en la constelación de Orión y a unos 642 años luz de la Tierra, es una estrella en las etapas finales de su vida. Su tamaño y comportamiento variable han hecho de ella un objeto de intenso estudio, especialmente desde su inusual oscurecimiento en 2019. Sin embargo, hasta ahora, se asumía que era una estrella solitaria.

Utilizando observaciones obtenidas por el Interferómetro del Very Large Telescope (VLTI) del Observatorio Europeo Austral (ESO), un equipo internacional de astrónomos ha detectado una fuente puntual de luz cercana, cuya firma espectral y movimiento sugieren fuertemente que se trata de una estrella compañera en órbita alrededor de Betelgeuse.

¿Qué tipo de estrella es la compañera?

Aunque los detalles aún están en análisis, los primeros indicios apuntan a que se trata de una estrella de baja masa, posiblemente una enana azul o blanca caliente, que habría sobrevivido en las cercanías de Betelgeuse durante millones de años. Su cercanía sugiere que ambas estrellas pudieron haber intercambiado materia en el pasado, afectando la evolución de Betelgeuse y acelerando su expansión hasta convertirse en supergigante.

Este tipo de interacción binaria no es raro en estrellas masivas, pero detectarla en Betelgeuse abre nuevas líneas de investigación sobre cuándo y cómo explotará.

¿Cambia esto su destino como supernova?

Sí y no. Sabemos que Betelgeuse terminará su vida en una supernova tipo II, pero el descubrimiento de una compañera cercana puede afectar los cálculos sobre el momento y el mecanismo de la explosión. Las interacciones gravitatorias, transferencia de masa y posibles perturbaciones orbitales podrían alterar el ritmo de fusión nuclear en su núcleo, acelerando o retrasando su colapso final.

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